16.2.15

pesadillas


     Por la noche la despertó, ella lloraba en sueños.

   Le contó: «Estaba enterrada. Hace ya tiempo. Venías a verme todas las semanas. Siempre golpeabas con los nudillos en la tumba y yo salía. Tenía los ojos llenos de tierra.
   »Decías: 'Así no puedes ver' y me quitabas la tierra de los ojos.
   »Y yo te decía: 'De todos modos no veo. Si tengo agujeros en vez de ojos'.
   »Y un día te fuiste y no volviste durante mucho tiempo y yo sabía que estabas con otra mujer. Pasaban las semanas y tú no volvías. Tenía miedo de no verte y por eso no dormía nunca. Por fin volviste a llamar a la tumba, pero yo estaba tan cansada después de un mes sin dormir que no tenía fuerzas para salir a la superficie. Cuando lo conseguí, tú me miraste decepcionado. Me dijiste que tenía muy mal aspecto. Sentí que te desagradaba terriblemente, que tenía la cara hundida y hacía unos gestos muy bruscos.
   »Te pedí disculpas: 'No te enfades, no he dormido en todo el tiempo'.
   »Y tú dijiste con voz falsa, tranquilizadora: 'Ya ves. Tienes que descansar. Deberías tomarte un mes de vacaciones'.
   »Y yo sabía perfectamente qué querías decir con lo de las vacaciones. Sabía que no querías verme en todo el mes porque estarías con otra mujer. Te fuiste y yo bajé a la tumba y sabía que pasaría otro mes sin dormir para estar despierta cuando vinieses y que, cuando llegases al cabo de un mes, estaría aún más fea que hoy y que tú estarías aún más decepcionado. »

     No había oído nunca un relato más torturado que aquél. Apretó a Teresa contra su pecho, sintió su cuerpo que temblaba y le pareció que era incapaz de soportar su amor.


M. Kundera




Y entonces, empezaron a llegar los despertares en los que, al abrir los ojos, me doy cuenta de que están llenos de tierra.





13.2.15

prunus dulcis

El cianuro huele a almendra amarga.
Las personas que mueren debido a una intoxicación cianhídrica desprenden este olor.
La cámara de gas, los insecticidas, un incendio industrial... todos los vapores amargos que romperían el oxígeno en tus células.

No sólo el olor, su sabor también podría matarte. La activación de tu lengua, en su parte posterior, te daría un pequeño aviso. Sin embargo, si deleitado por la experiencia, decides comerte un kilo de almendras amargas, seguramente morirías. Cincuenta semillas de manzana, o treinta de albaricoque, asfixiarían también todas tus células y te convertirías en un cadáver con aroma a amaretto.


Dentro de pocas semanas, los almendros florecerán.
Llegarán los primeros, para aliviar nuestras ansias, nos darán un respiro. Para todos aquellos que no aguantamos nuestras ganas de que todo esto termine ya, y venga el calor, las flores y la luz.
Para los que han arrastrado un invierno demasiado frío y se ven incapaces de esperar al verano para conseguir treinta albaricoques. Para los que llevan sintiendo un sabor amargo en la boca desde hace demasiado tiempo, y piensan que seguramente ya no habría diferencia.


Todo tiene su función y su papel en la naturaleza.
Los almendros florecen antes para todos los que se rinden antes de primavera.







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