Yo soy de las que pienso que hay pocas cosas más bonitas que el final de un libro. Ese momento en que acabas el tiempo invertido de días, semanas o incluso meses y pasas página, literalmente. Ese momento en que el círculo se cierra y ya no hay nada más.
Aunque también reconozco que me pone un poco nerviosa, porque estás viendo que el final está ahí, que estás llegando, que te quedan cinco líneas, cuatro, tres... que estás en la última, que se acabó.
No hay factor sorpresa en el final de un libro, por eso me parece que es de las cosas más difíciles de escribir, la frase que lo remata todo. Y tal cual se lee, se olvida, pero se queda el sabor de boca.
Así que he decidido hacer una colección de finales de libros, esa línea donde terminan las palabras y empieza todo lo demás. Mi objetivo a largo plazo es conseguir hacer una colección de cromos para que los pequeños intelectuales también participen en el recreo.
El primero, como no podía ser de otra manera y como no puedo dejar de ser quien soy:
La insoportable levedad del ser - M. Kundera
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